Amores del olvido son los amores viejos;
amores que ya no son queridos;
amores de otro tiempo;
¡perdidos!
Amores del andar por ceñido camino.
Abuelos del amor insulso,
usurero, arrogante, frío;
amor viajero sin destino,
“nuevo”, entre comillas, digo.
Amores de atavíos que envanecen la mente
y que el alma empobrece.
Hay ojos para ver y lágrimas para llorar
ante tanto sufrimiento,
“humano”.
Son muchos los suspiros.
Hambre y sed, despidos.
Más ricos y poseídos de desamor;
¡podridos!
Más pobres descreídos de un futuro mejor;
¡confundidos!
¿A dónde van los tiempos?
¿A dónde va el amor?
¡perdidos!
Es recurrir a Dios el alivio,
¡divino!
Será suficiente para que sigan vivos
los que van a morir si no son asistidos,
¡en su olvido!
Balas de acero y de palabras,
¡ balas!
que arrebatan la vida, que matan la esperanza
y mutilan las risas de niños y de niñas;
¡asesinas balas!
El sol es más caliente;
¡abrasa!
Está en riesgo el futuro de animales y plantas;
la lluvia es más intensa
¡arrasa!
Las fuentes de petróleo cada vez más escasas;
los hielos se derriten…
y hay lugares donde el agua para beber no alcanza.
¿Dónde están los quehaceres para salvar al mundo
de esta triste amenaza?
¡Donde el rico no quiere y donde el pobre no alcanza!
Roguemos al Señor que salve nuestra raza.
Roguemos, antes que se nos pierdan las palabras.
Autora;
Amelia Suárez Oquendo
Amediana
6 enero de 2013.