Tu nombre resuena en todos mis sentidos ¿Qué haré sin tu voz?
Una niebla sencilla opacó mi corazón, vi de nuevo tu figura perfecta en las tinieblas que iluminaban tu rostro. No soy diestra en las palabras para describirte, tu presencia sola lo evocará todo una vez más.
Amado mío, mi maravilloso delirio, no me dejes en ascuas de sentirte cerca; más bello, como una flor.
Quiero ser tu amante, quiero llorar a tu lado y juntar tus lágrimas con las mías, que se selle nuestro amor en el llanto si es necesario para siempre.
Mírame ahora, sedienta mendigando tu amor. ¡Toda la culpa es tuya! de tu rechazo sin motivo, no hay justificable razón.
He visto tus labios de nuevo besándome, ¿Estaré enloqueciendo? ¿Es un indicio de maldad mi amor?
No sé qué más decir, las palabras forjan barreras ante lo que siento, pero mi ser no tiene límites para sentir.
De noche, cerraré mis ojos, veré tu sonrisa, de día me acompañarás en sueños, me perseguirás hasta que vuelva a tí. Serás mi realidad.
¡Tu sombra!, seré tu sombra, y así aunque tu mente recuerde este día y los que han pasado sin yo haber estado allí; sé que el viento llevará mis palabras a tu oído, como lo hace con los amantes verdaderos, te enamorarán y seré tu lirio, tu más preciado anhelo.
Amado mío, sabe que te dedico mi tiempo amándote, nadie más lo merece que tú. Un día toma piedad y detenimiento, mírame y siénteme, y si en realidad no es este en mi pecho tu destino deseado, dilo ante mis ojos fijos, aunque llore amargamente. Mas si por lo contrario encuentras en mí la ternura y el afecto que añoras, bésame y riega la sequía de mis mejillas con tus lágrimas, para amarte por siempre.
Madame Shalom