1-¿CUANTO REQUIERE AMOR ?
Interrogante como la mujer...
Acertijo indescifrable en mi pequeña altura de hombre
cuando caes en dirección de puerta hacia la casa
entras con los misterios perplejos y
las fragancias de las ventanas/ Enmascaro mis vuelcos
y disimulo mis tropiezos
en el real temblor de mano casi muerta,
para no perder tu imperio soberano de carne/
Cuando caes con tu cuerpo diurno de brillo argenta, fetiche
e idolatra me hago cómplice con tu mapa de hidrografía roja de enjambre/
Veo la casa estirar sus dimensiones creando nuevas
y bellas moradas habitadas/
Cultivo a Dios en el espesor de mis palmas
al roce de tu vientre extenso, te acaricio con la pluma
de un suave rosario repleto de almas/
Enajenado de razón deslizo mi deseo, como un culto
obsesivo de iconos de rosada fruta/
Cuando entre las paredes libres ensanchas tus fundaciones
distribuyes flores de aclarado paisaje y vuelan aves nubiles apareadas/
Por mas que desplieguen su envergadura de alas
en la soberbia gota de la plata y opulentas túnicas con sabores.
Nosotros configuramos el imponente paisaje/
¡Dime amor!
¿ Cuanto requiere penetrar un átomo
del aire integrándome a tus pulmones?
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2-ALQUIEN...
Ella que peregrinó
el tiempo de los verdes pinos
en la hora del celeste acacia,
llevó sus ojos de fantasía
con ígnea nitidez de lava
incrustada en el mar.
En el orbe expone su figura de carne.
En la diaria fuente de plaza
las ruas con afanes
giran reflejo de cristales.
Sonámbula y con hambre
camina tras su sombra y
en cada paso diluye una aurora.
Señora de nadie.
Dama de Alguien.
Ha rentado su mortaja eterna
en el oneroso menú de las tinieblas,
cuando abre la puerta de su loft
entra primero su soledad de alma
que inverna y
diseña pálidas guirnaldas
en lápida anticipada.
La noche entra con sus muertos
por las ventanas y
el aire desvencijado de sus amores
huye sin saludo
por la escrudiñosa mirilla de su portada.
Su corazón se hizo madero de violín incierto,
rasgando su arcón en la ópera
donde cantan las serpientes su emboscada.
Los ángeles amanecen al espejo y
se diluyen al giro de su cuello en reflejo.
Su desértica mirada se torna aislada
en la planta plástica de clorofila inventada
y siembra su maceta sarcástica.
La anegada riada en sus lagrimas sueltan brea
y el balcón acopia su tristeza maculada.
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