Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.(Miguel Hernández)
Alguno de vosotros hoy se sentira como Miguel.
Para todos ellos, hoy os llevo en mí corazón...