ALVARO J. MARQUEZ
DIÁLOGO NOCTURNO
"Le pedí contigo otra oportunidad más/ a una estrella que vi yo y no otros,/ pero no era una estrella fugaz.../ fugaz fue el amor de nosotros"
La luna y el mar discutían con dolor,
teniendo como testigos a unos astros huidizos,
dijo ella en su plenilunio que el amor
no es para indecisos.
Le dijo el mar a la luna "te extraño,
tengo para ti un azul infinito;
me sobra majestuosidad, tengo tamaño...
pero no el valor que necesito".
Dijo al mar la luna "estoy en plenilunio hoy,
llena como nunca a estas horas,
pero la misma luna soy
cuando estoy oscura y me ignoras".
Dijo a la luna el mar "no es fácil olvidarte así,
de tu recuerdo no logro liberarme
cuando mis peces que deberían hablar de mí,
de ti no dejan de hablarme".
Unos pescadores fueron testigos,
del diálogo de sordos entre luna y mar
y dijeron "ya dejen de pelear, sean amigos,
que algún poeta los va a necesitar".
El mar sereno y majestuoso,
con sus olas de aquí para allá,
admitió sentirse celoso
porque la luna a veces no está.
Admitió el mar en su poder
que la luna es romántica, es bella,
pero le molesta no saber
para quién está brillando ella.
"Los poetas les escriben a los dos"
-dijeron los pescadores contrariados-,
"ambos son obra de Dios,
inspiración de muchos enamorados".
Dijo el mar "a mí los barcos me cruzan
y sin muchos peces me han dejado,
en cambio de ella no abusan,
aunque ya la han visitado".
"Ésos que abusan poetas no son"
dijeron los pescadores ya molestos,
"cuiden mejor de vuestra relación
o vendrá el sol a buscar los restos".
Fue esa discusión inútil como ninguna,
pues al final como era de esperar,
nunca el mar se quedó sin luna
y nunca a la luna le faltó su mar.
Ahora Dios el silencio decreta,
la luna obedece y el mar se calla,
por respeto a que hay un poeta
escribiendo sobre ellos en la playa.