Atónito, más a veces sereno.
Flemático más siempre nervioso e impaciente.
Lento para amarme, urgente para desplegarme.
Te recuerdo, sin dolor te olvido.
Me enfrías, fácilmente me hierves.
Consuelas, más cuando quiere hiere.
Tus manos miman, pero me golpean.
Tu voz me suspira y al mismo tiempo, grita.
Me abrazas pero hasta partirme el alma.
Abrígame pues son mis amores indefendibles,
son tus palabras medicina e irritable pimiento.
Son tus ojos cielo y tormenta destructible.
Tus dedos acarician pero raspan al pasar,
tus besos suculentos pero como espinas en mi lengua.
Tu vasto sustento es inútil a mi vida,
me da lo mismo tu presencia que tu ausencia.
Publicas verdad y sutil mentira,
conversas sin sabor a exquisita miel.
Me acompañas como muerte fúnebre
citando mis oídos a pláticas del ayer.
Tenemos cama pero sin sabanas,
hogar sin el dormitorio del amor.
Tenemos bienes y estamos pobres,
nos tenemos simplemente furor.
Haces tanto reír como llorar,
declaras elogios y luego me maldices.
Soy tu tesoro y la peor basura,
tu existencia, sueño y aun tu chiste.
Soy recurso y en ocasiones tu obstáculo,
el refugio como tu fastidio,
la causa impugnante de tus pesares,
¿soy yo el rescate, el agobio o el martirio?
Daniel Badillo