Los distantes
Me educará la nieve con sus formas en olvido,
me enseñará la niebla cómo no seguir tu rastro,
la terca soledad me ofrecerá balcones
y en ellos dormiré con mis sirenas sin memoria.
Acostumbraré mi piel a la neuralgia de tu ausencia,
mi voz al resquemor de lo que fue sin haber sido,
mis pasos cortarán todo posible territorio
en que mis pies pudieran hallar el polvo de tus propios huesos.
Y no es adiós, amor, es sobrevivo,
es necesito estar de pie para ser digno,
es todo lo demás que dejan las promesas
de juntos ser felices y que a solas honro hablando.
Contigo fuera yo fiero monarca de este mundo,
de todas sus galaxias, de su más fina sapiencia,
y amara cada día ese astro rojo que me inmola
en su rueda al pasar por mis arterias con su fuego.
Contigo fuera yo simple mendigo de tus besos,
del riego de tu voz, de la semilla de tus sueños,
y paladar adentro me tragara mi agonía
sólo por ver venir tu abrazo mío en la gris hora.
Pero no estás conmigo, la tierra es de hemisferios,
de montes, de zarzales, de fronteras entre pueblos
y de puertas entre los hombres que ni el perdón abate a veces.
Pero no estoy contigo, y eso que huelo aún tu sombra,
que muerdo tu cintura como a la luz un pez de abismo,
que mancho mi reloj con la hemorragia de mi triste llanto.
Por eso “adiós, amor”, no he de decirte nunca,
no puedo, no está en mi ni en mis cartílagos alados,
y no es una elección, es la verdad de lo que existe,
no hay cómo desprenderme de aquel fulgor que fue tan nuestro.
El tiempo educará mi sinrazón en sus rarezas,
en tanto pueda yo saldré con tu camisa en pleno pecho
y con tus labios gritaré que sigo digno de un amor
que me hace eterno como a ti cada vez que me hablas en silencio.
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01 01 13