A disposición vana.
Dos días, y dos noches insinuados
En mi sosiego cuanto guardaba
Todos los sueños fueron menguados
Y eran una tenue luz alejada.
Cuando los arboles cuan sinfonía
Olí el perfume de la noche húmeda,
Y la luna detrás, de mi espalda
El viento en la noche se imponía.
Tocaron mis manos aun sin nada
Entonces, supe que eran amargas,
Dos lágrimas gélidas asomadas.
Y el alba asciende su lenta entrada,
Fieles soledades prodigo mi alma
Y también mi lucero ya no estaba.