El olor a hembra se propaga como un incienso en celo,
casi azorado se irradia,
acompañando a una brisa/que se desgrana en un
aroma añejo de procaz incendio/
frenesí loco,
desenfrenado vuelo/
y en un clamor exhala/
como encendido en llamas, seducción, deseo.
Como si fuera un velo/que entre las nubes
danza
al compás de un gemido/perspicaz quejido
que se lanza loco advirtiendo sexo.
Un himno irreverente, loco, frenético.
Refunfuña como un violín viejo, lleno de arpegios
contenidos, ascendentes
como en un cumulus nimbus/
y yo lo huelo, husmeo vientres
que con furor percibo/con sabia desnuda/con deseo/
como acosando al tiempo que se prolonga denso/
como miel lejana que atrae abejas
o néctar puro de genital maduro.
Se desata el eco, se extiende sonoro/
es un grito de macho que se expele al viento/
igual que un hocico de oso hambriento/
un graznido bravo de animal sediento/
camino despacio siguiendo la huella/
se clava en mi lívido como acosando sangre/
las entrañas arden, en voraz hoguera/
beso al aire/lo llevo preso
arrebatando brisas me voy lanzado al vaho
con mis ardores cautivos/
El aroma es fuerte y avezado el tiempo/
voy sorteando piedras con sabor a hembra
que fermentaba el día/
lo llenaba de vehementes calores caldos/
palpitando avideces, soportando hambres/
Ya se está acercando el llamado obsceno ,
ardoroso freno.
Son frenéticos pálpitos/ de cercanas ansias
los semblantes fijos en aromas genitos/
van sembrando vida, cosechando alientos/
CARLOS A. BADARACCO
7/1/13
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