"Lo bueno o malo del amor es que garantiza/ si has amado tanto,/ que siempre habrá algo de llanto en tu risa/ y algo de risa en tu llanto"
Me llevaron a Portugal aún siendo bebé,
ahí tuve vivencias con familia que dejé,
tíos y tías, que en mi recuerdo seguirían.
Un primo -”Fito”- con quien mucho jugué,
me pidió mis pistolas y feliz se las dejé
pensando que ya de nada me servirían.
En el barco “Santa María” me vine de regreso,
no guardo en lo absoluto recuerdos de eso,
hice ese viaje teniendo sólo cuatro años...
Me contaron mis familiares que en Portugal
mi comportamiento de bebé aunque era normal
generaba unos comentarios un poco extraños.
Hombres con una bata blanca no podía ver,
lloraba espantado, nadie lo podía creer
y me jalaba las orejas quién sabe por cuál motivo.
Tengo un recuerdo de mi abuela paterna en un bus,
la pobre pedía ayuda hasta al Señor en su cruz
para que me callara, es cierto lo que escribo.
Tengo recuerdos de mis cinco años, de seis también,
de mi maestra Angélica, que la recuerdo bien
y una de la cual a mis nueve años me enamoré...
No sé si le agradaba o si de travieso la tenía harta,
pero sé que al final de año una romántica carta
antes de salir huyendo en sus manos le dejé.
Ya ven, de niño cartas y versos ya escribía
y en verdad muchísima gente me decía
que tenía habilidad para en letras expresarme.
Esa fama de mi afición por la poesía
hizo que una maestra un buen día
no se tardara nada en buscarme.
Me propuso de maestra a niño un pacto,
que a final de año participara en un acto
recitando un poema, qué orgullo me dio...
Aún recuerdo ese día cómo me estaban viendo
y el eco de todas las personas riendo
cuando huí despavorido pues la letra se me olvidó.
Son recuerdos que aún no se han ido,
que en su largo camino al olvido
con piedras de inmortalidad tropezaron.
Me gustaría de alguna manera poder
conversar con todos los días del ayer
y pedirles las vivencias que se llevaron.