Para que armes mi recuerdo
y pienses en mí cuando no esté,
dejé las huellas de mis besos
en el paraíso desnudo de tu piel.
Me quedé cosiendo una sonrisa
en la esquina más dulce de tu boca,
y entre tus sábanas dormidas
arrullé en sueños mi aroma.
Y para no faltarte nunca
llené de caricias tus silencios,
dejé descansando mi ternura
en cada pliegue de tu cuerpo;
para encenderla de un sólo roce
cuando tú y yo nos encontremos,
bajo la mirada negra de la noche
con el fuego ardiendo por dentro.
Y para que no me dejes ir jamás,
dejé bajo tu almohada la ilusión
de amarnos cada día un poco más
al mismo latir de un corazón;
me convertí en beso y en lágrima
en algo más poderoso que el tiempo,
para nacer en ti si me extrañas
y deshojar nuestro amor en versos.
Si aún nos tenemos en la distancia
deseándonos hasta quemarnos la piel,
necesitándonos en cuerpo y alma
por las ganas de amarnos otra vez.
Cuando no esté contigo, amor,
quisiera creer que me sientes
al ver que se desmaya el sol
dibujando mi silueta en tu mente;
reviviendo cada instante juntos
abrazando mi presencia ausente,
juras que hasta el fin del mundo
me llevas contigo para siempre.
Ceci Ailín