Soy la expresión de un camino incierto, libre de cualquier suceso experimental. Represento la banalidad de la Historia y me autoretrato con dura indiferencia. Le canto al presente como un trovador sin la elocuencia propia del sujeto. Soy objeto de un mundo existencial pero con una preocupación narcisista de la comprensión. Pertenezco sin remedio al olvido, sin haberlo escogido, sin haber palpado lo que significa una estricta moral social. No entiendo de compromisos y me aferro a la idea de vivirlo todo sin vivir absolutamente nada. Escucho la Historia con amor platónico, sin razón de ser ni estar. Represento al futuro como un juego de canicas en el que siempre perderé. Vivo emocionalmente.
Veo todo de verde sin entender que llegará la esperanza más desesperanzada que nunca. Me aterra, como a un pobre y patético ser, la oscuridad que se avecina, sin saber que ya vivo en ella. Clamo por bandera la ignorancia repulsiva del ser humano. Trato con condescendencia a la justicia y le quito la venda para yo ponermela. Se me indigesta la cultura y practico la estupidez como forma de pensamiento. Soy un barco perdido de tripulantes fantasmas, nunca llegaré a buen puerto. Soy la primera generación que se rige por el destino, todo es cierto, todo es seguro, ya hemos escrito nuestro futuro, estamos perdidos.