Hay que despedir el segundo,
estrechar la apertura de la distancia
para comenzar a sentir.
A pintar en la memoria cosas de olvido
y sencillamente gritar…
Soltar un llanto estruendoso, dulce y amargo
insaciable y lleno de recuerdo,
a decir palabras con acento,
débil y melancólicas…
Y que brote la poesía
como un nacimiento de agua cristalina
en la que no se esconde alegría o sufrimiento;
como desnudando el alma
de su blanco y transparente atuendo…
Y poner atención
a lo que a ese instante rodea,
para conocer todo
lo que causa amor o dolor en la mente…
Tal vez haya alguna reacción
que el uno o el otro proponga,
con la buena intención
de salvar la vida de la penumbra.
Y matar de golpe el tiempo
y atar el cabello del viento
al tuyo, al mío;
y cambiar el momento.