Una noche de amor
Creí escuchar campanas,
cuando me estabas queriendo.
Parecía canto de pájaros,
los que revoloteaban en mi pecho.
Y el repiquetear de campanas
eran suspiros del alma,
cuando sentía mío tu cuerpo.
Era noche callada,
testigo de muchos ruidos
que las salivas hacían,
entre besos de boca a boca.
Para bebernos la vida,
los dos teníamos ganas
de consumirnos en fuego,
de pasión y de deseo.
Ganas de sentir la piel
Debajo de tus besos,
Los que bajaron de mi cara
hasta mis pies,
era como un terremoto
lo que nos estaba meciendo,
porque tu cuerpo y el mío
se estaban estremeciendo.
Mis espigas alzadas
tus manos reclamaban,
tomabas y bebías de mis aguas
éramos como el mar y sus olas,
cuando me acariciabas toda.
Me dejaste sentir tu piel morena
como la arena al mar,
y me perdí en tus olas.
Aroma de rosas había
la noche de entrega de amor
y pasiones y locuras,
cuando el cielo reclamaba,
el brillo de las estrellas
las que los dos contemplábamos
al estar debajo de ellas,
en esa noche de amor estremecida,
de pasión, de amor y de locura.
Te viví y te sentí con frenesí esa noche,
y te vuelvo a sentir y a tener en mi cama,
cuando pienso que eres mío y solo de mí.
Te amo, mío! siempre tuya, siempre mío!
Alicia Pérez Hernández... México
No es la pluma la que escribe, es el alma
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