Me perdone la iglesia con sus yedras,
Las cruces con su sombra coronada,
De no tener más credo que mi amada
Y mis besos no caigan sobre piedras.
Porque mi amor abierto como exedras
No arde en templos ni casta calcinada
No es oración de un alma abandonada
Si no lampo sonoro entre las hiedras.
Recogido fue en gracia de su pecho,
Catedral de las luces y los besos,
Para en el ser sanado mi despecho.
Si amarla es un pecado de regresos
En ella queda el cuerpo satisfecho
Mis plegarias, mis cantos y mis rezos.