Tan solo despertar, ya ciento pesadillas.
Tan solo abrir mis ojos, tinieblas capto.
Tan solo caminar, es callejón del calvario.
Tan solo gritos, resuenan en mis oídos.
Oigo voces refunfuñonas en medio de nieblas.
Oigo murmuraciones lacerando mis huesos.
Oigo truenos y relámpagos que vienen hacia mí.
Oigo pero no más! y en ruinas quedó mi ser.
¿Dónde, he de esconderme para no oír?
¿Dónde ha sido mi casa de paz?
¿Dónde está el silencio que preferí?
¿Dónde he de ir sin más que sentir?
Óigase suave melodía.
Óigase pasos de paz.
Óigase voces de amistad.
Óigase voces de esperanza.