Murialdo Chicaiza

Salmo a la Tierra

Mística Tierra que renaces antes de morir,

que vives siendo simiente y testigo.

Vida infinita, abismo, altura, milagro.

Obra maestra, prestada y suprema.

      

Tierra madre, huella que sigo.

Profecía certera, camino de flores.

He aquí tus pérfidos hijos, más barro que alma

profanamos tu estrado, tus templos de roca,

tus columnas de árboles, tu cabellera de hojas,

tu llanto de mar, tu vital aliento de aire.

Sin entender, necios, que te estamos vendiendo,

que nos herimos de muerte, sin remedio,

que pisoteamos tu vientre, que negamos tu Autor.

 

Mas esperamos tu resurrección, la hermandad

de tus hijos. Los amaneceres claros, tus verdes colinas.

Y seremos lavados por la lluvia pura de tu perdón.

Y será tu abrazo de madre irreprochable

por el fuego de los siglos y los confines del tiempo.