Sabe usted cuánto la amo, señora mía,
sin usted no respiro, me muero
por no sentir de sus labios un te quiero,
no tengo sosiego ni alegría.
Sabe usted cuánto la amo y eso es cierto,
cuando retumban sus besos en mi mente,
me enamoré de usted tan de repente,
que me suena su risa a gran concierto.
Miro la luna cada noche desde mi ventana,
intentando ver sus ojos reflejados,
sueño sus besos de mieles escarchados,
e su boca y su beso me quedo con las ganas.
Me acerqué a los mares un poco triste
para ver si me traían su fragancia,
retorné sumido en la ignorancia,
sabiendo que mi amor, sin usted, no existe.
Joaquín Méndez.
12/01/2013 3:10:45