Las palabras
de los enamorados
brotan de las entrañas,
del corazón,
que con el tiempo a un estando casados
tienen un sabor maravilloso
a luna, estrellas, a desierto a melocotón.
Palabras de amor que fueron surgiendo;
brotando del sentimiento,
cimiento de una relación que fue creciendo,
como un ornamento dentro del hogar.
Hogar dulce hogar, como el chocolate y
el duce sabor de la miel,
endulzantes de nuestras vidas,
zurcidas de cariño,
con aliños de paciencia a la semejanza de Dios.
Dios,
tercera cuerda de un vínculo
maravilloso y provechoso,
para siempre absolutamente;
de un amor besado tres veces,
de bendiciones varias;
para producir felicidad,
como cuando Él produjo la tierra
y los ángeles a una sola voz
clamaron con alegría.
Es una sensación
que gracias al amor
hace que el corazón salte de alegría,
es la seducción
que sacias con vigor,
como un acordeón
que entona hermosas melodías.
Hemos juntado nuestras almas,
nuestros cuerpos,
nuestros corazones
y sentimientos con principios bíblicos,
bases del fruto del espíritu santo
que muchas veces llanto.
Los dos somos poesía,
camaradería de un cielo azul,
somos palomas
que jugueteamos de la nada
enjabonados con caricias
sacadas de un baúl.
Fuimos hechos el uno para el otro:
como el sufrimiento y la tolerancia,
como el desierto árido y,
un oasis de elegancia;
como el dolor y el placer;
así somos tu y yo mujer.
Que nos amamos
con todo nuestro ser,
desde hoy,
desde siempre,
desde ayer.