Todos anhelamos aquel día
en que tranquilos partiremos,
siguiendo un sol desconocido.
Soñando solos cruzar el mar
-allí no veremos aflicción-
Otros imaginariamente
nos partimos en un crepúsculo,
o nos perdemos en un bosque
de troncos y hojas de cristal.
Yo por mi parte, ingenuamente,
me pierdo en sus ojos,
ojos que me abarcan, me encierran,
de cuyo territorio no he vuelto.