Los amores,
no siempre, prospéran.
Les ponemos
cantidad de condiciones,
y el miedo, los condena.
Nos obsesiona
la dulce bruma de Venecia.
Pero aceptamos,
hecharle toda la culpa,
a la terrible, convivencia.
Absurdos humanos,
nunca medimos los riesgos.
Seguros, andamos,
en la tierra indócil,
enamorados y ciegos.