Cuando las sombras nos rodean repentinamente
apreciamos la luz, que de vez en cuando nos habita
y nos entregamos frenéticamente a la tarea
de buscarlas más allá de nuestro alcance
ignorando u olvidando
que hay más luz de lo que creemos en nuestro interior.
Soñar cosas que parecen imposibles
mostrarse valiente, aunque que se tenga miedo
conmoverse con la dura realidad
morder en silencio la tristeza de sentirse impotente
para cambiar algunas cosas
sentir también ese ínfimo espacio de divinidad que nos habita
hace que balbuceemos incoherencias
que luego se transforman en poesía.