Me dejaste cuando una niña apenas era
y te fuiste de camino a las estrellas,
porque no supiste dominar
de tu interior, la oscuridad,
la ardua lucha duro unos años
en los que hasta el último día
seguiste aferrándose a la vida
como a su balsa un naufrago.
Tú sólo darnos lo mejor deseabas
y vivías solo por nosotras,
no querías dejarnos solas,
pero el cielo a su ángel reclamaba
con urgencia arrolladora.
Y te fuiste, apenas te recuerdo,
de la luz, mi guerrero
solo unos cuantos trazos
retengo de tí en mi memoria,
que nunca dejaré de lado
en toda mi existencia.
Nunca dejé de sentirte a mi vera,
me acompañabas y cuidabas
con tu presencia etérea,
yo era tu flor pequeña
a la que no podías desamparar.