En voz baja se le escucha cuando dice amor,
en su interior expresa lo que solo entiende Dios.
En sus ojos se ve reflejada la candidez,
y, en sus palabras la espiritualidad
de un dolor llamado libertad.
En su meditación muda de piel,
se deshace de la hiel que expide la carne,
su pensamiento no es carnal
ni anhela lo banal.
Es feliz juntando mitades de discordias,
para que se entrelacen en melodías
de paz y de cordialidad,
en la convivencia pura.
En su reflexión se sale de este mundo,
sensorio que en el queda fecundo,
para comunicarse con un ser Superior,
conversación que llena de luz su interior.
Su felicidad esta en lo que no se ve,
que solo él comprende,
le habla a un ser superior que es invisible,
del cual se prende.
Alimenta su alma
de la calma que encuentra en el silencio;
nutre su esperanza
que la afianza con una fe que anda exhibiendo.
Busca el remanso en el amor
que encuentra en el camino del cariño,
se llena de pasión
de la alegría que encuentra en un niño.
Con el alma
a Dios le digo ¡Te quiero! ¡Quiero ser tu amigo!
en ti encuentro abrigo.
Con el corazón
a Dios le digo ¡Te amo! ¡Sé tú mi dueño!
en ti encuentro mí más bello sueño.
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Autor: Millón Durango
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