¿De qué sirvieron
las noches en vela,
los llantos de madrugada
mis venas casi cortadas
por un aliento tuyo?
Tu duro des-amor,
tu desprecio,
tu inalcanzable belleza,
tu todo, mi vacio.
¿De qué sirvieron
mil flores partidas,
cien rosas sin espinas,
dos besos al aire…
una alma entregada?
¿De qué sirvieron
diez versos de amor,
una garganta rota,
una vida destrozada?
Sin una sonrisa tuya,
no sirvieron de nada.
Perdí la cruel batalla
que destrozó mi corazón.
Al final del final,
de esta historia acabada,
nada valió para nada.
MIGUEL PANDUJAR