El amor había tocado la puerta de su corazón
Y con una sonrisa boba se peinaba frente al espejo
Haciendo muecas, estirando sus labios, pues él era
Bello viéndose así, pensando en su bella amada.
Quien lo había citado a su casa antes que se perdiera
El sol, cuando el papa de su amada terminaba la jornada
En los campos de arroz donde dejaba preñada la tierra
Con su sudor y sus manos.
Alonzo antes del tiempo marcado le dio por ese bello lugar
Cantando, silbando viendo en los pétalos de cada flor el
Rostro de su amor, llegando hasta la puerta donde llegaría
A la habitación donde pronto le robaría un beso a su amada.
En medio del silencio, sus besos ya eran dulces, sus manos
Sudaban y su cuerpo se debilitaba frente a María la mujer
De sus encantos, mientras el viento traía el sucio aroma de su
Padre después de trabajar, lleno de asombró se escondió.
Debajo de la cama en donde descansaba papa, silenciosamente
Su corazón estaba agitado y lleno de terror miraba un hombre que
Se sentó en la cama y se quitaba sus asquerosas botas, mientras él
Bajaba los santos del cielo para no ser descubierto.
Mientras su amada alistaba la cena de su padre y sin callar
No dejaba de contarle a su papa la maravilla de día que había
Tenido hoy, mientras el, lleno de asombros le decía ya cállate
Mujer, alístame la comida y déjame dormir.
Mientras el amado debajo su cama temblaba con mucho miedo
Aunque sin querer se encontró con una bacinilla llena de orines
Viejos conservado en el tiempo, eso no lo hacía mover porque
Temía por su vida.
Mientras comía el fornido padre sus ojos ya se cerraban de cansancio
Y María lo invitaba a dormir para lograr sacar al hombre que
La hacia soñar, pero solo deseaba que su padre no lo lograra encontrar
Porque su vida podría perder, antes que saliera el sol.
Ya postrado en la cama entonando las notas de un ronco ronquido
María buscaba a su amado, quien estaba debajo de la cama
Temblando de frío y de mucho miedo, pues cuando el papa se acostó
Él se echó encima una enorme cantidad de orines conservado.
Ella llena de asombro y con una risa burlesca en silencio se llevo
De la mano al niño indefenso que el amor lo había hecho valiente
Caminando hasta el río del pueblo en donde María lo desnudaba
Para que se bañara antes de partir.
Solo que el olor apestoso no desapareció de su ropa
Menos dejo su piel, pero después de un beso de su amada
El emprendió el camino olvidando lo ocurrido deseando
Que ya sea mañana para volver a ver a su amada.
Escrito: Francisco Gaitán Downs.