Se amarró el mar y el horizonte en el ocaso,
y tu piel, fue mi lienzo para pintarlos.
Tus ojos son ahí los faros, que a mi mano
sobre el papel guiaron.
Con trazos cortos y largos,
luna y sol, en tu cuerpo se encontraron.
Junto a tus labios volaron, las extrañas
aves de aquel paisaje.
Y sobre tus pechos se posó el reflejo
de las altas nubes.
Y en el fin de tu cuerpo, tu alma, fui
la firma.