Extráñame, que yo no te tengo.
Y piensa en mí, como yo dejo de hacerlo.
Pues te vas cada noche llevándote tu recuerdo,
y me dejas vacío como el suspiro del viento.
Dame una razón para comprender,
cómo dejo de ser yo mismo
para ser esclavo de tu imagen, secándome en la madrugada,
susurrándome y despertando en un abismo.
Y es que te vas, sin previo aviso y la espera que espero
no es más la antología hecha martirio.
Extráñame, que yo no te tengo.
Así de vez en cuando, este encanto se pierda en el tiempo.