Que la fe no desmaye
ni abata el infortunio
las sendas que te toque recorrer
lucirán plagadas de escollos y abismos.
El camino se puede recorrer mil veces
hasta fijar bien en la memoria
los tropiezos y disgustos
desandar lo andado y recorrer de nuevo
con nuevos bríos.
No hay obstáculos que el corazón valiente no supere
con fe, esperanza y optimismo
al fin y al cabo
la victoria se enriquece
con el recuento
de los intentos fallidos.
El día vendrá en que el horizonte
se abra límpido, promisorio y fructífero
cuando ese día llegue,
detén la marcha por un rato
y relaja los músculos
dobla rodillas y póstrate ante Dios
examinando su obra
impresa en todo el sacrificio.
Siente tu corazón latir con fuerza
sobrecogido de emoción y dicha
“He cumplido Señor”, dirás
¡“No me he rendido”!
para ti la gloria y en ofrenda
mis lágrimas, mi cansancio y mi sudor
el esfuerzo de mi ser
en todo este camino.
Este es el ejemplo que heredo a mis hijos
este es el espíritu impulsor
que imprimo en cada paso
para los que vienen atrás
siguiendo el mismo sueño
y en pos del mismo objetivo.