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Guillermo...
Me has traído en tus voz
treinta y cinco veranos y una primavera,
que floreció en la piel
amarrando el calor de aquellas largas siestas,
de charlas compartidas descubriendo las alas
de los sueños azules que quedaron dormidos.
Me has traído al presente
mil lagrimas que lavan la ausencia de los años
y tu espalda y mi espalda , con los ojos cerrados
capturando en las noches sus sonidos y voces
los murmullos de luna y las bocas calladas
con tu nombre y mi nombre.
Me has tejido en el pelo
un perfume de tiempo impregnando las horas,
-no me olvides, decías:
un abrazo apretado se secó entre las manos,
y unas cartas de ayer hoy resuman nostalgia
de un recuerdo presente que nos late en los labios.