Desatendida, involuntariamente se ahoga mi vida
bajo un cielo hostil y negro como el asfalto.
Taza vacía muriéndose sin fuerzas
que le cubre el mar como pesado manto.
Extiéndeme las cuerdas de tu rescate,
sácame de esta tormenta de olas inmensas,
desátame del ancla que me detiene
al alcanzar los sueños arraigados a la orilla.
Me abofetea el viento descontrolado
y relámpagos corren por mis venas,
venas que solían fluir esperanzas
pero hoy son cautivas con cerrojos y cadenas.
Grita mi nombre si acaso mi oído escucha
tu voz a lo lejos que da eco en las ondas,
tiende tus brazos a las aguas que aprietan
mi pecho herido por sombras nocturnas.
Libra mis pies de la redundancia de la vía
que ha trazado la ingrata suerte,
socorre de prisa esta taza vacía
llenándola de siluetas y no de muerte.
Daniel Badillo