¡Sonetos pobres e insolentes!
que pensáis describirlo con vana poesía
sabiendo que jamás describisteis
tan enorme soberanía.
No se dan cuenta que un solo verso
falsifica la real majestuosidad;
ni si quiera el más romántico beso
pasará su dulce especialidad.
Amante de amantes,
Rey de Riquezas,
nunca hallé antes
tan ágil destreza.
Con el mirar de un ojo tuyo,
tocamos las estrellas;
un abundante humo
cubre tu belleza.
Dame tu mano, puro amor,
llévame a orillas del horizonte
donde pueda ver tu fulgor
prendiendo llamas de pasión.
Tu voz como sonetos de aventura,
más árida que la planas llanuras.
Madame Shalom