DELICADA ABRIL

EL BELLO ARTE DE DOMARTE

Lo intuyes, te revelas,

la inquietud te  domina,

deseas   escapar,

sabes  que  es  inútil;

aunque quieras  no podrás.

 

 

Tu   rebelde  y  arisco   corazón  está  a  punto  de  estallar,

un   presuroso  e inquiero  galopar   hace  eco  en  tus  oídos,

y   enérgicos  retumbos   de  cascos  imposibles  de  acallar,

junto a  un concierto  de  herraduras  seducen  tus  sentidos;

a  tu  brioso cuerpo  lo  recorre  un ligero y  seductor  temblor,

para  ti  es muy  tarde  lo  que  temías  inevitablemente  sucedió,

por  tu  indómito  cuerpo  jinetea  desde   hace   rato  el  amor,

el cual  una  delicada  pero  incansable  doma contigo  emprendió.

 

Estabas  reacio a las  riendas  que  un lejano amor pudiese colocar,

 pero  la  ternura  y  la  pasión  ya  en   ti   relinchaban  fuertemente,

y  mientras tú  pensabas en  huir y de  un modo  presuroso  escapar,

tu  alma  enlazada a  esa  imaginaria  soga  sonreía  llena  de  deleite;

deja  que se desboque esa  esquiva   ilusión  y  cabalgue en tu  interior,

 que corra  libre  y  cadenciosa  por  las  ocultas  grutas de  mis  praderas,

 desenlazando  ese  espíritu  romántico, apasionado  y además seductor.

guiándote  por mis  atajos  mientras  tus  pasos  hacia  mi  veloz  aceleras.

 

 

Te veo venir   ¿Te atreverás?   ¿Será que  te  dejaras por mí domar?

 

 

Te  ofrezco  el  reverdecido  paisaje de mi alma como llanura,

sin sillas, estribos, ni riendas; allí podrás tu libremente galopar,

a  paso  lento remontar  los  densos  valles de  mi  espesura,

y en tú lomo tenuemente mi cálida piel con la tuya sentirás rozar,

porque así a pelo yo te he de montar y mis caricias cual espuelas;

te harán bravíamente relinchar, solo te detendrás para en mis labios,

agua de se pozo tomar, cristiana tan dulce como agua de manantial.

 

 

Y   es  así…

Entre soplido y acallados relinchos

que  ese  potro  salvaje

por el amor se ha dejado enlazar.