Lo intuyes, te revelas,
la inquietud te domina,
deseas escapar,
sabes que es inútil;
aunque quieras no podrás.
Tu rebelde y arisco corazón está a punto de estallar,
un presuroso e inquiero galopar hace eco en tus oídos,
y enérgicos retumbos de cascos imposibles de acallar,
junto a un concierto de herraduras seducen tus sentidos;
a tu brioso cuerpo lo recorre un ligero y seductor temblor,
para ti es muy tarde lo que temías inevitablemente sucedió,
por tu indómito cuerpo jinetea desde hace rato el amor,
el cual una delicada pero incansable doma contigo emprendió.
Estabas reacio a las riendas que un lejano amor pudiese colocar,
pero la ternura y la pasión ya en ti relinchaban fuertemente,
y mientras tú pensabas en huir y de un modo presuroso escapar,
tu alma enlazada a esa imaginaria soga sonreía llena de deleite;
deja que se desboque esa esquiva ilusión y cabalgue en tu interior,
que corra libre y cadenciosa por las ocultas grutas de mis praderas,
desenlazando ese espíritu romántico, apasionado y además seductor.
guiándote por mis atajos mientras tus pasos hacia mi veloz aceleras.
Te veo venir ¿Te atreverás? ¿Será que te dejaras por mí domar?
Te ofrezco el reverdecido paisaje de mi alma como llanura,
sin sillas, estribos, ni riendas; allí podrás tu libremente galopar,
a paso lento remontar los densos valles de mi espesura,
y en tú lomo tenuemente mi cálida piel con la tuya sentirás rozar,
porque así a pelo yo te he de montar y mis caricias cual espuelas;
te harán bravíamente relinchar, solo te detendrás para en mis labios,
agua de se pozo tomar, cristiana tan dulce como agua de manantial.
Y es así…
Entre soplido y acallados relinchos
que ese potro salvaje
por el amor se ha dejado enlazar.