Llueve el rocío de las rosas en la mañana
que amaneció derramando pétalos
en el camino de nuestro andar romántico.
Llueve el reflejo de tu mirada pícara
en la invitación a la cama
cuando el sol se marcha.
Llueve el aroma de los jazmines
que perfuman con su aliento el viento
que nos acaricia cada noche en el lecho.
Llueve el eco paradisiaco del silencio roto
por el lenguaje de nuestros cuerpos
en su amor erótico.
Autora:
Amelia Suárez Oquendo
Amediana
19 de Enero de 2013