Las sombras ya se acercan,
corren, vuelan,
se van estacionando
en las cosas, en los cuerpos,
en el alma.
La tarde cambia de color,
se oscurecen los grises poco a poco.
Camino de las ánimas,
convertido en calle.
Un panteón a un costado,
donde comienza la eternidad ,
vecino silencioso que espera
para cuando el paso se detenga.
Sin saberlo, cada uno sigue su ruta,
que al fin de cuentas es igual.
Solo cambia el momento y el lugar
donde llega el descanso.
La mirada se entretiene,
en aquél perro viejo y flaco,
con la serenidad en sus ojos,
vigilante arrinconado,
en el quicio de una puerta.
En el niño, que a gritos pide pan,
a una jovencita que acompaña
en la tienda de la esquina.
En una pareja de muchachos,
con cara de adolescentes,
que parecen estatuas,
sin moverse, abrazados permanecen .
En el borracho, de caminar incierto,
que gesticula y platica,
con sus ángeles y demonios.
Aunque no los miro, lo entiendo,
porque también traigo los míos.
Algunas siluetas las diviso,
conforme me acerco al camposanto.
Pienso en el sueño de anoche.
¿Fantasías, recuerdos, premoniciones?
Un brazo de la calle,
en bajada pronunciada.
Automóviles y gentes,
con imanes poco a poco bajamos.
Casi nunca transito por allí,
porque el regreso de este lado,
o la subida, pasando la barranca,
cansa y sofoca un montón.
Al llegar a esa bifurcación,
de pronto te apareces.
En mi distracción, no reparo que venías.
Una sorpresa, una taquicardia,
por la emoción de encontrarte.
Como una hermana de la noche,
enmarañada cabellera,
negra, leonada.
De labios, rosa ensangrentada.
Lucecitas en el brillo de los ojos,
vestida de negro.
Con talle estrecho,
que se derrama en sus caderas.
De una rápida vista,
te dibujo en la mente
y te guardo en la memoria,
archivo para las ensoñaciones.
Un saludo, a tu manera,
rápido, con prisa.
Una cita a la que no asisto,
y ahora, un encuentro de volada.
En cuanto a ti, vivo de sueños.
¿Pero que es la vida?
Eso, precisamente.
Y mientras nos despedimos,
una parte de mi,
no quiere irse.
La otra se desenfoca
y dirige la atención
a la entrada del camposanto,
donde, quien recibió un mensaje,
lo cincela en la cantera.
"Aquí, la eternidad
empieza
y vanal es la grandeza
de la humanidad"
Medito en ese pensamiento,
mientras cada uno,
en sentido contrario
sigue por la calle.
En el tiempo,
ésta se convierte
en una circunferencia,
que empieza y termina
en la misma entrada,
donde de vuelta nos encontraremos.
EL POETA DEL AMOR. 22-12-12.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.