9:54 am
Doce horas después
Nictálope emoción creada por el tiempo; de este bruñido tiempo donde fibroso cuélesa el recuerdo y la saudade. Entre el deseo y el malárico cariño surge un yo no puedo contestar ante el atardecer en medio de mi vientre y mi garganta. Da la ocasión y pienso como Coronel hacer un buen soneto, lo intento y queda paranormal y mal estructurado como un orgasmo deiforme:
Quise sentir amor, fruncí las cejas
y un giro triste di a mi corazón,
cansado el cual de olvido y de emoción
lanzaba al mundo veinticuatro quejas.
Rasgué, extasiado mis nostalgias viejas,
rompí en dos partes mi febril visión,
pues a hermética idea de expresión
tornáronse mis tétricas consejas.
Cariño, sentimiento, melodía,
música, bruma, vida, serenata,
fuése al largo vacío de mi ser…
Hoy son otras verdades mi alegría
y mi pasión es otra y más ingrata
y tiene nombre y forma de mujer…
(Si, porque el día calcinaba mis heridas sin hacerlas arder, y ni tabaco, ni plectro, ni milímetros de deshonestidades volvían a su posición de antaño a mi inherente espíritu.) Todo esto lejos ya del afán transitorio del vetusto radiar de eternidades. Determiné el soneto, y lo repetí con crese, le cambié unos acentos y unas palabras y unos verbos y quedó esto:
Quise sentir amor, y en deseos inanes
todos los mil colores de la naturaleza
ébanoparecíanme de cansada tristeza,
sin sabor, dando acierto a mis pesados planes.
Eso fue por pintar en versos ademanes
de un mundo menos vivo, de baja sutileza,
de una nostalgia pálida en una niebla espesa,
donde brotarán átomos de espíritus trüanes.
Espíritus que no permitirán el uso
de sentimentalismos, ni viejo arte en desuso
sólo por tres palabras que inventara un cualquiera…
Y avergonzado y solo volví por mi alegría,
devolví lo prestado del dolor: la agonía
y apareció la luz del misterio en mi esfera.
…Porque lo intenté, de verdad, y lo que no es mío: aquella melancolía compañera de mi juventud, hoy forma parte de asombrosas familias en la que no aparezco. Ella, la que esperaba mi cambio, no lo sabe aún y persiste en lejanía por el fuego espectador creativo.
Yo no le revelo mi secreto, pues me place su engaño, y si una lágrima me atormentaría en otras épocas hoy es una simple corriente de sal, agua y minerales que nacen de una fuente superflua y evidente.
Amor, que no muy pocas veces hiciste alarde
de mi visión cobarde de creer en la vida,
amor, sólo eres sombra, silueta en despedida
que se da por perdida cuando cae la tarde.
Ya no somos los mismos los dos de hace quince años,
ya no creo en engaños y ella –no sé decirte-,
la torpe noche en que decidió rehuirte
fuimos -¿podré mentirte?- como un adiós de antaño.
Ella espera a su amante –me dicen- con desgano,
con orgullo malsano, en el pasillo triste,
los niños le circundan, ella les da la mano…
Les abraza y recuerda un amor otoñal
que no soy yo, fatalmente, amor, lo dijiste,
y empiezo, aunque no triste, a ser sentimental.