Este dolor por ti me aprieta, me estruja la paciencia.
Este deseo por ti me corona de desespero, por ti de seguro me muero.
Estoy derramado buscando tu sombra,
esa nube que devora mi mundo,
cual estimo si se demora,
cual ahoga mis soplos y horas.
Me amputo en tu dolor sublime,
mutilados están mis labios por los tuyos.
Me hundo en tus ojos y cuerpo
y en tu aliento me hago volcán y absurdo.
Se exasperan mis manos al no tenerte,
se reseca mi garganta al no besarte.
Lo bravío de tu exhalación absorbe
lo frenético de esta pasión carismática
que se impulsa a palpar lo inexplorado,
que se atreve a espiar tu naturaleza.
No me rechaces si por ti sufro insomnios,
si me aprisiono a tus inquietos gestos.
No me juzgues si salpico un “te deseo”
porque en realidad te deseo en este momento.
Lo polémico de tus palabras me arde como sinfonía
extirpándome la piel porque te extraño.
Hibernaré el sonido de tu voz en mi oído
para no olvidar el eco de tus besos,
para no borrar de la memoria tus latidos
cuando te acurrucabas a mi pecho.
Te soñare para no llorarte en mi presente,
imaginaré tu figura para no impacientarme.
Sembraré en tus poros para impregnar mi mente
de tus albuminas costas y campos fértiles.
Daniel Badillo