Cuando conocí la alegría
apenas la disfruté.
Conocidos el dolor y la desesperación
los mastiqué despacio.
Un tiempo largo y oscuro.
Una cueva profunda,
de extraños caminos tortuosos.
La alegría tiene un camino ancho.
Va cuesta abajo, no cuesta andarlo.
Sientes que todo en la vida
será fácil,
ni sospechas los obstáculos.
Pero llegan para convertirte
en una superviviente.
Tiene el dolor
un aspecto positivo.
Te agarras a tu fe,
a tu voluntad férrea,
a tu dignidad.
Luchar contra tí.
A veces, puedes.
Otras, el monstruo te aplasta
con su repugnante pezuña,
hasta sentirte más vacía,más sola.
Pero él no se ausenta,
sólo se refugia,
te da un tiempo de descanso
hasta el próximo combate.
Deseas estar fuerte.
Crees estarlo,y
en cuanto lo ves,
te derrumbas.
Pero me niego a hacer
un alegato del dolor.
El cariño,la amistad,
el calor de tu familia,
una buena comida o un buen vino...
Y Dios,¡cómo lo disfrutas entonces!