El mar me llamaba
desde mi nacimiento
y era su voz de murmullo
que suena a caracola.
El mar está allí
tirado,
junto a la playa
caliente
de sol hasta sus entrañas.
Días tuve de mar y tardes
en las que visité gaviotas,
solo, como vine y sigo.
Tal vez fue la voz de Alfonsina
su llanto, su queja…
No sé, he dicho: el mar
me llamaba, y fue la noche,
la plena oscuridad,
la cabeza de un pez martillo
sus ojos que aún me miran.
Al fin el mar se me hundió
me desbordó plenamente.