Has puesto fuego en mi cuerpo
me estoy quemando por dentro
arden todos los rincones
donde se posan tus besos,
debajo de mi cintura
hay llamas de soles nuevos
y mariposas traviesas
de sólo pensar en ellos,
sedientos buscan mi carne
y como no ha de ser menos
sedientos se van los míos
hasta el centro del deseo
y mis manos te recorren
con una lluvia de besos
y parecemos tornados
enredados nuestros sexos
dibujando cada esquina,
desde tu espalda a mis senos,
desde mi sexo a tu boca,
desde mi boca a tu cuerpo
y deshojando las flores
para saciar los deseos,
se van calmando las llamas
tras la danza de los cuerpos.
Y se enlazan apretados
concluyendo un acto fiero,
que se desató tan sólo
con el calor de tus besos.