Ella es mi mujer,
le dije al destino, y al viento,
¿a caso no ves que yo la amo?
tú la quieres, pero ella es mía.
entre ella, tú y yo,
no hay noveno mandamiento.
Ella es mi mujer,
yo hago realidad sus sueños,
soy una gran persona,
gracias a Dios, soy su dueño.
Tú le das sufrimiento,
y yo, amor a cada momento,
hermosa es mi mujer,
de la que algunos murmuraban,
el viento la maltrata
y el destino me la arrebata
y mi corazón lucha por su amor,
amas a quién no te corresponde,
y aunque el destino luche y se esfuerce,
ahí no podrán derrotarme.
Ella es mi mujer,
y yo, la amo y respeto,
deseo su felicidad,
y le hablo desde mi alma,
con un corazón enamorado,
no sabe de mandamientos.
Lo bueno de este poema
que es para el destino y el viento,
porque si esto entre varones,
alguno de los dos…ya estaría tuerto.
Desear la mujer ajena,
entre hombres no es correcto,
pues mi mujer es sagrada,
y también sus sentimientos.