Alberto Angel Pedro

Juventud perdida

Pobre de esa juventud, que sin amor,           

vive llena de pesar y desaliento,                   

cuya vida de fracaso y desamor                   

la ha marcado brutalmente el sufrimiento.   

 

Esa pobre juventud del barrio bajo,

del oscuro callejón y la favela,

aborrece las virtudes del trabajo,

el alcohol y los narcóticos anhela.

 

Los infantes que dormitan en los quicios

de las puertas y en obscuros callejones;                                                   

esos niños que subsisten en hospicios,

que deambulan entre taxis y camiones,

son producto libertino de sus padres;

si son hombres, se darán pronto a los vicios;

si son niñas, precozmente serán madres.

 

Esa pobre juventud, desorientada,

en la senda del error, fatal camina;

hoy, su vida la violencia determina,

porque ha sido por el mundo desechada.

 

Esa pobre juventud nada promete,

pues en ella no hay visión, ningún motivo

que la impulse a conseguir un objetivo.

Al amor tan entrañable grita: ¡vete!

Es estéril, pues no da nunca algún fruto

y si alguno en ella crece, ¡crece enjuto!

 

Viaja sola, como un pájaro sin nido,

con un rumbo que lo traza el desacierto.

Es un ave que en la ruta se ha perdido,

¡es un ser, que aunque respira, ya está muerto!

 

¡Marcha errante por la vida, sin cariño,

llora triste y derrotada como un niño!;

¡la aversión de las personas la maltrata,

el saber que ante los hombres es “non grata”!

 

 Esa pobre juventud vive un suplicio,

 busca ayuda que no da el hogar paterno

 y al no hallar una salida de su infierno,

 se refugia en la morada hostil del vicio.

  

Su pecado, a la maldad, está conexo,

sus acciones son infames, disolutas;

su universo gira siempre en torno al sexo, 

y a los antros, donde reinan prostitutas.

 

Esa pobre juventud vive en fracaso,

la esperanza en su existencia está perdida.

Son tan grandes los dolores en su vida,                                               

que de forma permanente se halla a un paso

de efectuar en su persona un homicidio,

sus desdichas la conducen al suicidio.

 

¿Qué destino tan aciago le depara                                              

a esa pobre juventud de la ciudad,

que a la sombra del delito cruel se ampara

y subsiste en la miseria y la maldad?

 

 

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