Los sentimientos de su alma son olvidados en un rincón obscuro de su casa,
tras el almanaque de las decepciones que abrigan negros recuerdos.
Detrás de sus miradas frías que congelan su amor
debajo de alfombras y cortinas sucias.
Le hace sentir como el borde de una pared que nadie observa,
como la esquina de un muro pintado de sombras.
Arropando sus emociones con el mantel del olvido
cual simple pasajero ignora.
Ha restregado su sonrisa en el pavimento,
pagándole con ojos cerrados y caricias indiferentes.
No se acuerda de su corazón tembloroso
que debajo del sillón se abriga.
Sobre la mesa de la mentira ha dejado sus perdones,
cambiando sus elogios por insultos
e inaugura con quejas sus amaneceres,
se acta en declararla muy ordinaria.
Le hace sentir como piano sin teclas, como guitarra sin cuerdas.
Sencilla como un grano de arena en inmensas playas.
No aprecia su lenguaje sino golpea sus cuerdas
pues no hace el esfuerzo de entender lo que le dice.
Faltándole el respeto y le humilla su sangre,
luego se viste de trajes de hierro.
Él mimo posa ante la fotografía del mundo
con su apariencia ficticia.
Ante el universo anuncia que la ama
más sus uñas almacenan sangre y piel,
tejidos de un cuerpo que le ha aguantado todo
por sentir algún día su querer.
Pero los años se evaporan como vapor sobre el caldero
de emociones que hierven con furia y desesperanza.
Ella jamás deseó que le hicieran sentir tan simple
por un hombre que en vez de serle amor, le es nada.
Daniel Badillo