Hoy vi en mi ventana a la amargura y la tristeza,
les vi clavar sus miradas en mi pecho,
miradas de reproche, celos y desprecio.
Aun recuerdo esos días en los que dormían en mi cama
solo su tortuosa compañía me acobijaba.
Mirarlas allí, frías y desamparadas,
cuanta alegría, cuanta dicha.
Señora amargura, amiga de lágrimas e insomnios,
señora tristeza, fiel aliada del desconsuelo,
punzante dolor del corazón y la conciencia.
Allí les veo y sonrío,
haberles alejado de mi vida ha sido una gran proeza,
ha vuelto la calma,
vientos de tranquilidad me acarician.
Adiós amargura, hasta nunca tristeza,
esta noche fría les dejare afuera;
así sus llantos y gritos me convoquen,
el cálido amor en mi cama me espera.