Los destellos de tus manos
encandilan mi manojo de sueños,
en ellos quedaron atrapados
mi ansiedad y mis desvelos.
Cada vez que miro tu sonrisa
se deshace en dulzura al viento,
cual si fueran las caricias
que sueño en cada momento.
La mano que me ofreciste
era un capullo en primavera;
tal vez con ello quisiste
acercarme a mi quimera.
Al transcurrir de cada día
me invade el deseo de conocerme,
por eso busco en la poesía
la manera de complacerme.
La música me llega de lejos
y despierta mis sentimientos,
y aunque sean sones viejos
late el corazón contento.
Jóvenes tocan viejos sones
conmoviendo añejas almas,
y van dejando en sus canciones
ternura que se derrama.
Las doradas arenas del río
entretienen las manos del niño,
y va jugando divertido
soñando que es un marino.
Al fruto del duro trabajo
espera con ansias el pobre,
por eso sin desparpajo
toda su siembra recoge.
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