Que se cuide el silencio de mi voz embravecida,
que se cuide la nostalgia de no acallar mi alegría,
porque vengo desde el tiempo con emblemas y utopías;
porque vengo desde adentro a salvarme de lamentos.
Porque soy la que se fue con sonrisas destrozadas
y el alma amalgamada con pesares y dolores.
Y en la boca la amargura del sabor de decepciones.
Pero aquí estoy, le puse freno a temores y acechanzas.
a chantajes que el ‘’no amor’’ inventó para matarme.
Y si morí renací en la esperanza, con una alma renovada
alborozada y segura.
Aquí estoy y doy la cara
con la mirada de frente, erguida y el paso diestro
para no caer al barranco hostil de la ignominia.
Que se cuide la ignominia, que se cuide la soberbia
Porque traigo una arma letal: la verdad simple y sencilla