Mi querido amigo río…
Y mi barca a la deriva,
bajo unos cielos muy fríos,
que lloran en compañía
con estos ojos tan míos,
que antes siempre sonreían.
Se rompió el hechizo mágico,
se esfumaron las caricias
que empujaban mi navío
con el beso de las brisas.
El sonido de la mar
me llama a gritos, de lejos,
donde ruge el huracán
que barre los sentimientos.
Y voy nadando, sin paz
por tu cauce, por tu lecho
para lavarme la sal
que alarga mi sufrimiento.
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