Una limosna, un mendigo,
unos harapos, una flor,
es la historia infinita
del trinar tenue de los ruiseñores
del grito inerte de los barbaros,
de los montes indolentes,
en los pétalos de tu alma
en los sueños que no amedrentan
ni un poquito al corazón...
El horizonte comienza en tus pupilas dormidas
y terminan en el infinito magna
de tu pecho ardiente de nostalgia
vulnerable montaña rapaz…
Es certero el mendigo
que busca unas migajas,
es certera la limosna que a sus manos siempre van
es certero el amor a los harapos
aunque su testigo sean tan solo, unos pétalos o una flor…