Mis entrañas se abrieron un dia.
Tú quisiste no dejarme ya.
Mi cuerpo maduró tu cuerpo
y llegó tiempo de recolección.
Mis gritos,mi dolor,mi llanto,
mi coraje,mi malestar,
fue el camino que elegiste.
Tus ojitos,recién abiertos,
no me dijeron que eras mio
sino que yo ya era tuya para siempre.
Guarde silencio de tan solemne
que te presentaste.
Con miedo, te cogí de tu cunita.
Con un susurro te dije "hijo mio".
Nada ha cambiado,mi dulce miel de vida,
ahora que cambias en la difícil adolescencia.
Amo cada uno de tus despertares a la vida.
Nada me sorprende,nada me asusta,
nada me enfada.
Tu dulce aroma a camelia y sándalo,
llena mi corazón, hasta hincharlo
de una ternura infinita,
la que me enseñaste
cuando mi cuerpo fue tu templo.