Las torres alzan su hacha hacia mis ramas
destruyendo los frutos de mi ardua labor.
Hacha que penetra hasta la savia
provocándome severo y desmedido dolor.
Traicionero, maligno son tus golpes
que desciende sobre mi vulnerable tronco.
Tu rigoroso filo me desubica el cielo,
y la tierra que por años he abrazado.
Mis raíces se quiebran bajo tus leñazos,
víctimas de un fuego blasfemo.
Se desequilibra mi mundo bajo mis pies
cuando me gira alocadamente tu universo.
Deja ya esa ignorancia que te abruma,
ese veneno mortal que a tus venas infecta.
Porque mi vida no es tuya ni tampoco mis sueños,
ni el motivo de mi transitoria existencia.
Daniel Badillo